El Field Museum de Chicago (EE.UU.) viene trabajando por la protección de los bosques tropicales mediante su metodología de inventarios biológicos y sociales. En Perú ha desarrollado 15 inventarios biológicos y sociales durante los primeros 16 años del siglo, de los cuales, 14 contribuyeron a la creación de 9 áreas protegidas en el departamento de Loreto, por un total de 5,7 millones de hectáreas de selva amazónica megadiversa, según destaca un artículo publicado en la revista Science Advances bajo el título La ciencia facilita la expansión a gran escala de áreas protegidas en un hotspot de la Amazonía.
La meta de los inventarios rápidos —biológicos y sociales— es “catalizar acciones efectivas para la conservación en regiones amenazadas que poseen una alta riqueza y singularidad biológica”, explica Corine Vriesendorp, directora del Programa Amazonía Andina, del Field Museum.
El equipo científico se concentra principalmente en los grupos de organismos que sirven como indicadores del tipo y condición de hábitat, y que pueden ser inventariados rápidamente y con precisión. Los inventarios no buscan producir una lista completa de los organismos presentes en la región de interés, sino que usan un método integrado y rápido que permite identificar comunidades biológicas importantes y determinar si estas comunidades son de calidad sobresaliente y de alta prioridad al nivel regional o mundial, apunta.

Corine Vriesendorp, del Field Museum
Los inventarios rápidos también abordan los recursos y fortalezas culturales y sociales presentes en el área de estudio. “Para ello, científicos y comunidades trabajan juntos para identificar el patrón de organización social y las oportunidades de colaboración y capacitación”, agrega.
Un inventario involucra considerable preparación y coordinación con organizaciones aliadas, autoridades nacionales, regionales y población local, además de una compleja organización logística para instalar en zonas remotas campamentos desde donde los miembros del equipo científico realizarán su labor. Una vez completado el inventario rápido, que por lo general dura un mes, los equipos transmiten la información recopilada a las autoridades locales e internacionales, responsables de las decisiones. A estas autoridades les corresponde fijar las prioridades y los lineamientos para las acciones de conservación en el país anfitrión.
Vriesendorp destaca el valor de los inventarios y la contribución que hacen al cumplimiento de los compromisos internacionales para proteger el 17% de los ecosistemas terrestres del mundo. “Se requerirá más de 3 millones de kilómetros cuadrados de nuevas áreas protegidas, así como estrategias para crear esas áreas respetando las comunidades locales y el uso de la tierra”, explica.
Por su parte, Ana Rosa Sáenz, coordinadora del Programa Putumayo Amazonas del Instituto del Bien Común (IBC), señala que “la compilación de los inventarios biológicos y sociales rápidos realizados por el Field Museum constituye un valioso esfuerzo de la sociedad civil para informar y orientar la toma de decisiones y elaboración de políticas públicas para mitigar el cambio climático”. No se trata —añade— de una investigación científica más, sino de una acción que ha contribuido con el tiempo a la construcción de modelos de gobernanza del paisaje y generación de políticas públicas.
Los inventarios rápidos en el trabajo del IBC en Loreto
“Los inventarios ayudaron a estudiar la biodiversidad de Loreto y conocer a los actores locales, logrando un mayor conocimiento sobre sus medios de vida, así como los acuerdos que ellos manejan en la gestión de estos bosques”, dice Sáenz, quien destaca además que esta herramienta presenta una coincidencia con tres elementos clave de la visión del IBC para la gestión de los paisajes amazónicos: ordenamiento territorial, gobernanza colaborativa y buen vivir de las poblaciones locales.
La información biológica y social obtenida mediante estos inventarios ha sido crucial para avanzar los procesos de ordenamiento territorial orientados al establecimiento del Gran Paisaje Indígena Putumayo Amazonas, iniciativa que viene impulsando el IBC desde hace dos décadas junto con comunidades nativas de Loreto en el interfluvio del Putumayo y el Amazonas.

MAPA DE LORETO QUE MUESTRA 14 PAISAJES DE INVENTARIO RÁPIDO (POLÍGONOS GRISES), INCLUIDOS 45 CAMPAMENTOS DE INVENTARIO BIOLÓGICO (PUNTOS VERDES) Y 104 SITIOS DE EVALUACIÓN SOCIAL (PUNTOS AZULES).
“Hemos empleado la información obtenida para fortalecer el sustento científico de los expedientes de titulación y ampliación de comunidades nativas, y también en la creación de áreas naturales protegidas de uso sostenible, que benefician a las comunidades nativas locales”, explica Sáenz. La información también ha contribuido a identificar zonas como la cuenca del Yaguas, que por sus características excepcionales requieren protección estricta.
El Gran Paisaje Indígena Putumayo Amazonas es un modelo de ordenamiento territorial y gobernanza de los recursos naturales en Amazonía. Comprende los territorios de 45 comunidades nativas y seis áreas de conservación y uso sostenible de los recursos naturales, formando un mosaico de 4.12 millones de hectáreas. Ya han sido establecidas el Parque Nacional Yaguas y dos áreas de Conservación Regional: Ampiyacu-Apayacu y Maijuna Kichwa. Les seguirán el Área de Conservación Regional Medio Putumayo Algodón y la Reserva Comunal Bajo Putumayo y un área de uso sostenible en los ríos Eré y Campuya.

Foto: Field Museum

Foto: Field Museum
Profesionales del IBC han colaborado con el Field Museum en la organización, investigación y difusión de 5 de los 14 inventarios realizados en Loreto. Sáenz es testigo de ello: “Participar en la elaboración de varios inventarios me enseñó a entender la Amazonía como un espacio de conocimiento y de conexión; un conjunto de saberes y gente que conecta la vida. No solo participan científicos, sino también los sabios de las comunidades nativas. Se trata de encuentros de conocimientos científicos y saberes ancestrales”.
Richard Chase Smith, exdirector ejecutivo del IBC, señala que uno de los grandes aciertos del Field Museum fue la incorporación de científicos sociales en su equipo de investigadores. Entre los aportes que hizo el IBC, Smith destaca la orientación que se brindó al equipo de investigadores, la cual condujo a una mayor participación directa de la población local en los inventarios. Otra contribución fue una mentoría sobre la importancia de combinar los resultados biológicos con una comprensión de los aspectos sociales y culturales de cada pueblo indígena en el paisaje sujeto al inventario.
“Este acercamiento a la población local y sus necesidades, junto con una mejor comprensión de su relación con los recursos biológicos y el uso que hacen de ellos, contribuyó, a su vez, a mejorar la orientación de los resultados hacia nuevas formas de protección y conservación que involucran directamente a la población local”, concluye Smith. Como una expresión de estas mejoras, resalta la receptividad de la población local, que se hizo patente en la gran celebración que tuvo lugar en el río Ampiyacu en febrero de 2011, cuando el presidente del gobierno regional de Loreto y el director del Sinanpe llegaron para presentar la Declaración Suprema del reconocimiento de la nueva Área de Conservación Regional Ampiyacu-Apayacu.
Smith considera que el extraordinario impacto de los inventarios biológicos hubiera sido mucho menor en cuanto al número de hectáreas protegidas en la región Loreto si su metodología no comprendiera estrategias de acercamiento y adaptación a las necesidades de los tomadores de decisión, para informar las políticas públicas en materia ambiental. “Y no se puede dejar de mencionar que la valiosa información biológica y social generada por la sociedad civil encontró eco entre los tomadores de decisión de los niveles regional y nacional, produciéndose un encuentro feliz, cuyas reverberaciones alcanzan el nivel planetario”, concluye.
Texto: María Rosa Montes / Foto abridora: Flor Ruiz