“¡Ya no vas a tener excusa! Ahora sí tienes que responder a los mensajes”, le advierte en son de broma un líder indígena a otro, mientras observa con satisfacción la flamante antena de internet satelital que brinda servicio a la comunidad de Unidad Yánesha, departamento de Pasco, sede de la Unión de Nacionalidades Asháninka y Yánesha (UNAY). A partir de ahora, esta federación indígena de la Amazonía peruana podrá conectarse con organizaciones públicas y privadas y con sus comunidades base de Nuevo Unidos Tahuantinsuyo, Unipacuyacu, Unidad Yánesha y Nuevo Antonio, donde también se instalará infraestructura de internet satelital.

Al igual que los líderes de tantas otras organizaciones indígenas de la Amazonía, en su labor por la defensa del territorio, el respeto de los derechos de su pueblo y el bienestar de sus pobladores, el presidente de la UNAY, Raúl Sinacay, enfrenta diariamente grandes retos para mantener un flujo de información continua y cercana con sus bases, y conexión con los centros de decisión política y económica de la región y el país.

“La Covid-19 nos trajo muchos retos, pero seguimos trabajando para que exista un manejo articulado de las organizaciones de la Amazonía. Mediante diferentes estrategias, hemos logrado llegar a la comunidad pese a la pandemia”, dice Raúl.

Y es que mantener la comunicación en la vasta geografía de la Amazonia peruana supone superar grandes retos, como enormes distancias, espesos bosques, caudalosos ríos, además de múltiples diferencias culturales y lingüísticas.

En contexto de pandemia, estas distancias parecieran hacerse aún más grandes, cuando el aislamiento físico de comunidades enteras constituye, en la práctica, el único recurso y estrategia defensiva posible en esta parte del país donde son escasos los servicios médicos y donde apenas hay atisbos de la llegada de las vacunas.

A nivel planetario, la virtualidad ha adquirido especial protagonismo para acortar distancias y trascender el aislamiento obligado por la pandemia, abriendo el espectro a un sinnúmero de herramientas tecnológicas que acercan a personas y, sumados a la creatividad de los usuarios, hacen posibles servicios y soluciones prácticas impensadas antes de la Covid-19.

Pero la brecha de conectividad persiste, principalmente en el medio rural de los países de ingresos medios y bajos. Y los pueblos indígenas de la Amazonía han sido relegados en el acceso a la tecnología de la información y las comunicaciones. Su situación no difiere de la del conjunto de pueblos indígenas de América Latina, que según datos del Banco Interamericano de Desarrollo tienen menos de la mitad de acceso a teléfonos celulares que la población no indígena, y cuatro veces menos acceso a internet. Y a esto se le suma la desventaja del analfabetismo digital.

Acortar la brecha de la conectividad aún plantea importantes desafíos en la región amazónica, pero también abre el camino al fortalecimiento de las organizaciones indígenas locales. El ejemplo que abre esta nota, donde el Internet contribuye a acercar a los líderes de la UNAY de sus comunidades base y el resto del mundo, es una de dos exitosas experiencias recientes de conectividad que tuvieron lugar en la Amazonía peruana como parte de iniciativas de desarrollo de capacidad organizacional. La segunda involucra a la Federación de Comunidades Nativas Fronterizas del Putumayo (Feconafropu), en la provincia del Putumayo, en Loreto.

Ambas organizaciones iniciaron en 2019 un proceso de fortalecimiento de capacidades administrativas y financieras buscando mayor efectividad en la defensa de los derechos de sus pueblos y territorios. La iniciativa es impulsada por el proyecto Fortaleciendo a las Organizaciones Indígenas de la Amazonía (SCIOA) cuya ejecución está a cargo en Perú por Pact y el Instituto del Bien Común (IBC), con el auspicio de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

La conectividad como capacidad organizacional

UNAY y Feconafropu priorizaron la incursión en el mundo virtual, entre otras acciones de fortalecimiento institucional. Accedieron en 2020 a la conectividad y hoy día pueden mantener un trabajo articulado dentro y fuera de su organización, y también incorporan novedosas herramientas tecnológicas a la defensa de su territorio frente a invasiones e incursiones de extractores ilegales.

“Para nosotros, el territorio es lo más importante. Y seguiremos haciendo las visitas de monitoreo que venimos realizando para documentar el mal uso que le dan terceros a nuestras tierras. Por supuesto que es una actividad peligrosa. Pero si toca dar la vida por el territorio, la damos”, dice convencido Mario Coquiche, actual tesorero de Feconafropu.

Feconafropu y UNAY son organizaciones autónomas que buscan que las comunidades a las que representan sean incorporadas en los planes de desarrollo de sus respectivos municipios. También trabajan por el respeto de los derechos que les asisten como pueblos indígenas y por mantener sus territorios libres de la extracción ilegal de recursos naturales y otras actividades ilegales.

MIEMBROS DE FECONAFROPU REALIZAN SU AUTODIAGNÓSTICO DE CAPACIDADES. MAYO 2019. FOTO: IBC

MIEMBROS DE UNAY REALIZAN SU AUTODIAGNÓSTICO DE CAPACIDADES. MAYO 2019. FOTO: IBC.

“Ahora sus voces se pueden escuchar a nivel local, nacional e internacional para hacer visibles los retos que enfrentan los pueblos indígenas. Y la conectividad les permite trabajar juntos en la búsqueda de soluciones duraderas que mejoren las condiciones de estas comunidades”, celebra Ermeto Tuesta, especialista del IBC, entidad que lidera el esfuerzo de apoyo a estas organizaciones dentro de SCIOA.

Y es que la conectividad no solo permite mantenerse informado, sino que brinda la oportunidad de dar voz, y en este principio se inspira el proyecto SCIOA: en el momento en que se crean condiciones para estar en contacto, los tiempos de respuesta disminuyen, los canales de acceso a organismos institucionales se abren y la posibilidad de crear redes más amplias crece. Es así como la conectividad es más que un servicio: es una de las condiciones de posibilidad para que las organizaciones se fortalezcan, y con ellas su influencia en las decisiones del territorio.

Lograr la conectividad de las dos organizaciones indígenas implicó un importante esfuerzo logístico: cuatro equipos fotovoltaicos y cinco antenas satelitales viajaron más de 1000 kilómetros desde Lima para brindar servicio de Internet satelital en las mencionadas comunidades base de la UNAY, ubicadas entre Pasco y Huánuco, y en el poblado San Antonio del Estrecho, sede de Feconafropu, sobre la cuenca del río Putumayo, en Loreto.

MIEMBROS DE IBC Y UNAY TRANSPORTAN LOS EQUIPOS POR RÍO PARA INSTALAR INTERNET SATELITAL EN LAS COMUNIDADES DE LA PROVINCIA DE OXAPAMPA. DICIEMBRE 2020. FOTO: IBC.

“Parece un sueño tener una conversación con alguien tan lejos a través de estos dispositivos”, declara, maravillado Edinson Martínez, presidente de Feconafropu, tras recibir entrenamiento en el empleo de teleconferencias, correo electrónico y plataformas bancarias e institucionales, entre otras herramientas.

ENTRENAMIENTO EN HERRAMIENTAS DIGITALES EN FECONAFROPU. DICIEMBRE 2020. FOTO: IBC.


La Amazonía propone: reconectar para fortalecer, fortalecer para impactar

Ante los retos que enfrentan los pueblos indígenas en la Amazonía, organizaciones como UNAY y Feconafropu han escogido proponer vías que permitan construir un futuro transformado; un futuro en el que se protege el territorio, la cultura y la existencia de los pueblos indígenas y, en general, la de todos los que habitan la Amazonía.

Feconafropu, por ejemplo, gestiona una iniciativa de monitoreo y denuncia de actividades de explotación ilegal de recursos dentro de territorios protegidos. “Yo sueño con que estos reportes puedan hacerse cada vez más rápido, ojalá en tiempo real. Actualmente en IBC estamos construyendo una aplicación para que esto sea posible”, dice Tuesta, quien anhela para los pueblos indígenas el acceso a formas más eficaces de defensa territorial y mayor apoyo gubernamental para combatir estas intrusiones ilegales.

REGISTRO DE ACTIVIDADES DE EXPLOTACIÓN ILEGAL EN EL TERRITORIO POR PARTE DE FECONAFROPU. DICIEMBRE 2020. FOTO: FECONAFROPU

El plan de fortalecimiento institucional de ambas organizaciones incluye la demarcación formal de sus territorios usando herramientas de georreferenciación con el fin de cumplir con los recientes requerimientos legales del gobierno peruano. Con ello, buscan introducir una dimensión estratégica a su accionar, sumando la prevención a las acostumbradas acciones reactivas.

Las mujeres también han resultado beneficiadas: en el marco de UNAY se han consolidado asociaciones de mujeres artesanas de Pasco y Huánuco que buscan lograr una autonomía económica que les permita jugar un rol más activo en su organización y en sus familias. El acceso a internet hace también posible dar visibilidad a las artesanías que elaboran.

TERESITA ANTAZÚ, VOCAL DE LA ORGANIZACIÓN UNAY, EXPONE ALGUNOS DE PRODUCTOS CREADOS EN LA FERIA DE INTERCAMBIO DE SABERES ARTESANOS DE LA ASOCIACIÓN DE MUJERES ARTESANAS DE PASCO Y HUÁNUCO. DICIEMBRE 2020. FOTO: IBC.

Además de los beneficios mencionados, la conectividad abre a las comunidades a valiosos conocimientos, servicios y oportunidades de entrenamiento. Así, los estudiantes pueden acceder a contenidos variados, y, en materia de salud, ahora es posible reportar casos de enfermedad y recibir asistencia oportuna.

Aunque tomará todavía algún tiempo habituarse al uso cotidiano de estas tecnologías, y posiblemente en el camino surgirán nuevos retos como la inseguridad informática, mantenerse conectado es hoy por hoy una estrategia eficaz para permanecer unidos y fortalecer la misión y el propósito que se plantean las organizaciones indígenas respecto de la preservación de la Amazonía y de los derechos de sus comunidades. #LaAmazoníaPropone.


Texto: Ermeto Tuesta y María Rosa Montes 


(Foto abridora: Integrantes de UNAY instalan su internet satelital en la comunidad nativa yánesha, en Pasco, Perú. Diciembre 2020. Foto: IBC)